DE DIOSES Y DE HOMBRES.
EL PANTEÓN EGIPCIO.
y publicado en la la revista monográfica de carácter trimestral Condé Nast Traveler, número 51, de enero 2008, dedicado a Egipto
Ni 
                    pirámides, ni templos, ni mastabas… de no ser por las 
                    concepciones religiosas y mitológicas de los antiguos 
                    egipcios, nada de esto existiría. Las pirámides ayudaban a 
                    llegar al rey hacia las estrellas imperecederas; el templo 
                    era “la casa del dios”, cuyos elementos arquitectónicos e 
                    iconográficos simbolizan el universo egipcio en miniatura, 
                    mientras que las tumbas constituyen las “moradas de 
                    eternidad” del difunto renacido.
                    
                     Aunque 
                    lo parezca a primera vista, en el antiguo Egipto no se 
                    practicaba la zoolatría, siendo los dioses representados 
                    tanto en forma animal, como humana desde el Dinástico 
                    Temprano. Los egipcios asociaban determinadas cualidades de 
                    ciertos animales a los aspectos más sobresalientes de un 
                    dios. Por ejemplo, la vaca es la imagen perfecta del sentido 
                    maternal, en cuanto protección, que caracteriza a las diosas 
                    Hathor y Bat .
Aunque 
                    lo parezca a primera vista, en el antiguo Egipto no se 
                    practicaba la zoolatría, siendo los dioses representados 
                    tanto en forma animal, como humana desde el Dinástico 
                    Temprano. Los egipcios asociaban determinadas cualidades de 
                    ciertos animales a los aspectos más sobresalientes de un 
                    dios. Por ejemplo, la vaca es la imagen perfecta del sentido 
                    maternal, en cuanto protección, que caracteriza a las diosas 
                    Hathor y Bat . 
                    
                    Junto a los cultos que podíamos llamar “nacionales”, como 
                    ocurrió con Amon, existe también un culto local, de manera 
                    que hay dioses adorados en las Dos Tierras, y otros en tan 
                    sólo un nomo. También los ciudadanos, en sus casas, 
                    practicaban culto a ciertos dioses, más útiles para sus 
                    problemas cotidianos, como era el caso de Bes o Taueret 
                    (protectores de embarazadas y recién nacidos).
                    
                    Las distintas cosmogonías nos aleccionan sobre la creación 
                    del mundo por un demiurgo que hará uso para ello de la 
                    masturbación, de un esputo, o del poder de la palabra. Así 
                    nace también el orden, el equilibrio, Maat, cuyo 
                    mantenimiento es el principal deber del faraón.
                    
                    Junto a dioses tan importantes del panteón como Isis, Horus, 
                    Hathor, Thoth, Maat, Amon o Mut, coexiste el Aton, el disco 
                    solar, al que Ajenaton, el ahora llamado faraón hereje, 
                    otorga preeminencia sobre los demás dioses, pero sin que 
                    pueda llegar a definirse como monoteísmo.