UN POCO DE HISTORIA.
EL EGIPTO PREDINÁSTICO (5.300 - 3.000 a.C. aprox.).
En el Egipto Predinástico es necesario diferenciar entre lo que ocurre en el Bajo Egipto y en el Alto Egipto, diferenciándose las siguientes fases:
-
A.- Bajo Egipto:
- Neolítico (5.300 – 4.000 a.C.)
- Complejo Cultural de Maadi (4.000 – 3.200 a.C.)
B.- Alto Egipto:
- Período Badariense (4.400 – 4.000 a.C.)
- Período Amratiense o Naqada I (4.000 – 3.500 a.C.)
- Período Gerzense o Naqada II (3.500 – 3.200 a.C.)
C.- A partir de aquí la cronología se aplica a todo el territorio de Egipto:
- Naqada III o “Dinastía 0” (3.200 – 3.000 a.C.)
De la Fase Neolítica en el Valle del Nilo cabe destacar la aparición de la agricultura. La agricultura ya se practicaba en la zona de Levante desde aproximadamente el año 8.500 a.C. en adelante, por lo que se cree que fue introducida en Egipto por esa vía, convirtiéndose ahora en el elemento primordial para la subsistencia de los habitantes de las costas del lago en el Fayum. Resulta interesante comprobar cómo los agujeros practicados para contener el grano se hallan en grupos; esto hace suponer que la agricultura se llevaba a cabo sobre una base comunitaria. El hecho de que aparezca la agricultura no implica el abandono de otras actividades destinadas a la obtención de comida, y así se continúa con la caza, la pesca y la ganadería. Por supuesto, estas dos actividades de ganadería y agricultura implica ya unos asentamientos humanos fijos, es decir, se abandona el nomadismo para convertirse en una población sedentaria.
Los
cementerios que se han desenterrado se encuentran entre las
viviendas en un primer momento, diferenciándose en gran
manera con los que encontraremos dentro la misma fase en el
Alto Egipto, principalmente porque en este último los
fallecidos eran enterrados con ajuar funerario, lo que
resulta de gran importancia ya que es precisamente este
hecho lo que diferencia la clase gobernante o socialmente
superior. Las viviendas también se han encontrado en Merimde
y consistían en casas hechas de barro y matas, de forma
oval, con espacio para trabajo, formando todas ellas una
gran aldea. A medida que avanza el tiempo, los cementerios
son separados de las viviendas formando dos núcleos
diferenciados, como es el caso de Helwan; es la llamada
Cultura el-Omari
En el Alto Egipto (recordemos que es el sur de Egipto), la
primera evidencia de la práctica de agricultura como medio
de subsistencia lo encontramos en la Cultura Badariense
(llamada así por la región de Badari, cerca de la actual
Sohag) en donde se han excavado numerosos asentamientos y
más de seiscientas tumbas de este período.
Los cementerios aquí se concentran en el desierto, dentro de
los asentamientos pero en zonas en desuso. Las tumbas
consisten un simple agujero en el suelo en donde se
introduce al fallecido envuelto, en muchas de las ocasiones,
en una estera. Por otra parte, el cuerpo se acompaña de
cerámica, elementos líticos como ajuar funerario y, lo más
importante es que empiezan a aparecer en estas tumbas
objetos personales del difunto como pueden ser ganchos para
el pelo, peines, brazaletes, paletas para cosmética, e
incluso unas pequeñas figurillas femeninas hechas de marfil.
En
cuanto a contactos con el extranjero, aunque la información
de que disponemos es muy escasa, están atestiguadas
relaciones con el Mar Rojo, lo que se conoce por haber
encontrado conchas en las tumbas. También traían cobre del
Desierto Oriental y algunos autores piensan que también de
la Península del Sinaí.
A partir de aquí, en los siguientes Períodos resulta
fundamental el estudio de los cementerios y las tumbas
halladas en los mismos ya que serán el elemento determinante
para conocer cómo se asientan las bases y conceptos tanto
del concepto de poder, gobierno, arte, etc., que perdurarán
prácticamente inalteradas durante todos los años que
comprende el Egipto Faraónico.
De la época en la que nos hemos quedado hasta la Fase de
Naqada I no se aprecia una diferencia fundamental ni en los
enterramientos ni en la economía, aunque sí es cierto que
crecen en cantidad los bienes que acompañan al cadáver en la
tumba y hacen su aparición tanto los enterramientos
múltiples como los primeros ataúdes, hechos de madera o
barro. Ya tenemos, por primera vez en Egipto, grandes
lugares de enterramiento con tumbas más elaboradas, como las
tumbas de Hierakonpolis, de forma rectangular y de gran
tamaño (la más grande de 2,50 x 1,80 m.).
En este recorrido tan rápido por el Egipto Predinástico
pasamos a la Fase Naqada II. De ella destaca la tumba número
100 de Hierakonpolis, la primera de gran tamaño, cuyo dueño
es más que probable que fuese un poderoso miembro de la
élite herakleopolitana. Es la primera también que
encontramos decorada y tiene gran importancia porque en ella
aparecen elementos que perdurarán hasta el final del Egipto
Faraónico como lo es la imagen del Faraón golpeando a los
enemigos.
También,
por primera vez, encontramos evidencias de la primera
momificación. En Aidama se encontró un cuerpo envuelto en
lino. Los sarcófagos son de madera. Igualmente es aquí, en
Aidama, en donde surgen evidencias de sacrificios humanos
(que veremos adelante con más detalle). Dos cuerpos tenían
la garganta cortada y fueron después decapitados.
A partir de esta fase y de Naqada II de encuentran en el
Alto Egipto enterramientos de tipo muy distinto,
diferenciándose bien las tumbas de la élite que contienen
grandes cantidades de bienes como ajuar funerario y de una
calidad excepcional no sólo por su manufactura sino por los
materiales utilizados tan exóticos como puede ser el
lapislázuli.
Comienza la formación del Estado egipcio propiamente dicho.
Egipto se unifica. Aparece la escritura, se forma la
ideología y las bases que sientan el poder del rey. De la
misma forma, los elementos mitológicos y religiosos tendrán
ya un carácter bien definido: muchos de los dioses que serán
determinantes en la cosmología ya los encontramos en
etiquetas u otro tipo de representaciones. Además, las
relaciones con el exterior se intensifican fundamentalmente
por motivos comerciales, llevando a cabo importantes
expediciones, lo que queda patente en esas tumbas de los
gobernantes por la cantidad y calidad de los bienes que en
ellas se han hallado.