EL EGIPTO ANTIGUO HOY.
DE LOS PRIMEROS EXPLORADORES A LA EGIPTOLOGÍA DEL SIGLO XXI.
y publicado en la la revista monográfica de carácter trimestral Condé Nast Traveler, número 51, de enero 2008, dedicado a Egipto
Hasta que no se consiguió la consolidación de la disciplina conocida como Egiptología, las antigüedades egipcias sufrieron una horda de saqueos, robos sistemáticos y destrucciones masivas, que supusieron la pérdida de fuentes esenciales para el completo conocimiento de la civilización del antiguo Egipto.
EXPLORADORES Y VIAJEROS EN LA
TIERRA DE LOS FARAONES
El
siglo XVIII fue testigo del comienzo de las grandes
exploraciones geográficas al país del Nilo, contando con
ciertas dosis de método científico y cuyo ejemplo más
sobresaliente lo constituye la Expedición Napoleónica.
En una época en la que se otorgaban permisos de excavación
a verdaderos depredadores del patrimonio egipcio, los países
europeos encargaron a sus cónsules la tarea de reunir estas
antigüedades para engrosar las colecciones de los ya grandes
museos. Junto a ellos, importantes precursores y padres de
la Egiptología como Lepsius, Wilkinson o Champollion,
llevarán a cabo importantes estudios que se materializarán
en las grandes obras de la historia de la Egiptología.
No será hasta la llegada de Sir W. M. Flinders Petrie y
François Mariette, cuando en Egipto se excave de forma
sistemática, siguiendo un método científico, preocupándose
por la conservación del patrimonio y con interés, no sólo en
los tesoros que pudieran hallarse, sino también por la
historia que estos objetos, monumentos y documentos podían
contar.
LA EGIPTOLOGÍA DEL SIGLO XXI
Afortunadamente, las nuevas tecnologías nos permiten, en el
siglo XXI, hacer descubrimientos sin necesidad de estar
horadando todo el suelo egipcio a la manera de los antiguos
saqueadores y buscadores de tesoros. En ello juegan un papel
fundamental las nuevas técnicas de prospección
arqueológicas, como los geo-radares (utilizado, por ejemplo,
por el equipo letón en la Pirámide Escalonada de Dyeser y
que les ha permitido este año hallar nuevas galerías y
cavidades en la misma), los satélites o las cámaras
digitales profesionales de gran resolución que, aunque no
accesibles económicamente al alcance de todas las misiones,
cada vez son más utilizadas.
Aunque muchos lo ponen en duda, el Museo Egipcio de El Cairo
dispone en la actualidad de equipos de última generación
para realizar determinados análisis sin necesidad de acudir
a especialistas y medios materiales de otros países. Si
cualquiera se acerca al lateral izquierdo del Museo, junto a
la entrada de la exposición del centenario, podrá ver el
equipo para realizar tomografías computerizadas (CT Scan),
donado por la National Geographic Society y Siemens. Es este
el equipo que se está utilizando en los estudios de varios
restos humanos y momias del Valle de los Reyes. Por su
parte, Discovery Channel donó al Consejo Supremo de
Antigüedades Egipcias (SCA) un laboratorio para realizar
pruebas de ADN. El objetivo que persigue el SCA con estas
pruebas es doble: por una parte, esclarecer definitivamente
determinadas relaciones familiares entre distintos
personajes del antiguo Egipto; por otra, identificar con
seguridad varios cuerpos reales que fueron, ya en la
antigüedad, trasladados desde su tumba original a otras
localizaciones.
En relación con los análisis de ADN, el hallazgo más
significativo y controvertido entre la comunidad
egiptológica, que opta por no decantarse a falta de informes
científicos completos, ha sido la posible identificación de
la momia de Hatshepsut. Muestras tomadas de su húmero y
cadera fueron, al parecer, comparadas con las de su familiar
Ahmes Nefertari. De la misma forma, está previsto que esas
muestras de ADN sean comparadas con las de otras dos momias,
también familiares de Hatshepsut, en concreto las de
Tutmosis II y III. Estas pruebas unidas a ciertas evidencias
arqueológicas, animaron a Zahi Hawass a presentar al público
y medios de comunicación, con gran boato, a la mujer faraón
más conocida junto con su nodriza, afirmando con total
seguridad que tuvo diabetes y murió de leucemia.
Aunque
no tan espectaculares, ni modernas, las técnicas
tradicionales siguen siendo necesarias y arrojan buenos
resultados. Tal es el caso de la Misión Española del
Proyecto Djehuty que excava y estudia las tumbas de Djehuty
y Hery. Los objetos más espectaculares descubiertos en la
tumba de Djehuty por Drovetti en 1824, se encuentran hoy
repartidos entre los museos de Leiden, Florencia, Louvre,
Liverpool, Bolonia, British Museum y Darmstadt. A pesar de
que lo más interesante pueda residir en el trabajo
epigráfico que ese está llevando a cabo, el equipo ha tenido
la suerte de hallar varios objetos, destacando un
enterramiento en ataúd y algún fragmento que han datado en
el Imperio Medio, lo que puede indicar una utilización
anterior a la XVIII Dinastía de esa zona como necrópolis.
Por otra parte, fue muy conocida y dio mucho que hablar la
que se denominó como “tabla del aprendiz”. El propio
Director del proyecto explica su importancia y la razón de
su nombre: “…encontramos 15 trozos de una tabla que
conforman el dibujo de un faraón de frente, cuando la
tradición egipcia siempre ha sido representar a los faraones
de perfil. La tabla incluye también un dibujo y una
inscripción realizados por un maestro y copiados al lado por
su aprendiz. De ahí el nombre de la tabla”. Lo que es
menos conocido de esta tabla es su parte posterior, en la
que se muestra a un rey, en un bote de papiro, tocado con la
corona roja y cazando patos. La “tabla del aprendiz” se
encuentra expuesta en el Museo de Antigüedades de Luxor.
Fuera de los descubrimientos y modernas técnicas de trabajo,
si en algo ha avanzado la Egiptología en este siglo XXI,
fundamentalmente en los trabajos de campo, es en aunar el
esfuerzo, estudio y conocimiento de distintos especialistas,
profesionales y expertos de las más variadas ciencias y
disciplinas. La interdisciplinariedad aplicada a la
Egiptología supone la creación de equipos de trabajo en los
que colaboran los tradicionales filólogos, arqueólogos e
historiadores junto con médicos, antropólogos, arquitectos,
ingenieros, topógrafos, patólogos, botánicos, zoólogos,
etc., lo que está provocando nuevos y espectaculares avances
en los estudios egiptológicos.
MONUMENTOS DE ETERNIDAD, PATRIMONIO
DE LA HUMANIDAD, EN PELIGRO
Desde el mismo momento en que un objeto o elemento
arquitectónico es sacado a la luz o rescatado de las arenas,
sus posibilidades de conservarse tal y como antiguamente lo
concibieron y crearon disminuyen notablemente.
Sin embargo, el turismo masivo con los dedos, mochilas y
espaldas de desaprensivos visitantes además de la humedad
que crea en el ambiente, las aguas subterráneas, el tráfico
ilícito de antigüedades a nivel internacional, los nuevos
métodos de producción agrícola (especialmente la
irrigación), o el alto nivel de polución de El Cairo son
varios de los peligros modernos que más están dañando
irremediablemente el patrimonio que nos legaron los antiguos
gobernantes de las Dos Tierras.
El sentido comercial y el afán de las personas por hacer
negocios millonarios, no respeta en absoluto el arte, ni las
antigüedades, más bien todo lo contrario. En el año 2005 una
excavadora acabó con gran parte de uno de los monumentos
situados en el área norte del el Oasis de Kharga; el
objetivo era encontrar grandes tesoros. En la zona Sur de
Saqqara ocurrió algo semejante con una pequeña necrópolis de
finales del Imperio Antiguo.
Tampoco es la primera vez que desaparecen piezas de valor de los almacenes-museos que se extienden a lo largo del Nilo alrededor de las zonas arqueológicas. Hasta el Museo Egipcio ha sido objeto de varios robos, el último protagonizado hace dos años. Por otra parte, en 2003, las autoridades aduaneras egipcias consiguieron evitar la salida del país de 365 piezas arqueológicas de épocas faraónica, romana y bizantina, cuyo destino era España. Aun con leyes y Tratados Internacionales, el tráfico ilícito de antigüedades continúa siendo un gran problema para Egipto.
De
todos los peligros mencionados, quizá el de mayor riesgo lo
constituyan las aguas subterráneas. El nivel freático
excesivamente alto en muchas áreas del país, principalmente
consecuencia de la construcción de la Gran Presa de Aswan,
hace estragos en la piedra caliza, pero más aún en la
arenisca, la que habitualmente encontramos en los monumentos
del Alto Egipto. El agua, que contiene un alto porcentaje de
salinidad es absorbida por la piedra; cuando se seca, los
cristales salinos salen a la superficie rompiendo la piedra
y destruyendo toda muestra de relieve o policromía. En
muchos monumentos puede verse en la parte inferior de
estatuas y muros una marca blanca y la señal de la absorción
hídrica, como por ejemplo en el Templo de Luxor, Karnak, el
Templo de Amenhotep III, Esna o Edfú, en donde se hace más
evidente. En El Ashmunein, uno de los templos queda
prácticamente sobre las aguas en las temporadas veraniegas,
lo que ha provocado el desprendimiento de gran parte de los
relieves de muros y columnas, involucrando a la Universidad
de Minya para su solución. Una de las soluciones que se
propuso para el Templo de Esna fue cavar unas trincheras
alrededor del edificio y bombear el agua subterránea. El
plazo de ejecución de estos trabajos se fijó en dos años,
con un presupuesto de unos 20 millones de libras egipcias.
Aunque parezca increíble, los autobuses de los turistas
también perjudican gravemente las antigüedades. Este año se
ha prohibido que permanezcan los motores encendidos en el
aparcamiento contiguo a la Pirámide Escalonada de Dyeser,
mientras que los Colosos de Memnon están comenzando a
mostrar fisuras por los continuos y diarios pasos de enormes
autobuses junto a ellos.
Por todo ello, en la actualidad se tiende más a la
conservación y restauración que a la excavación. Como vemos,
existen demasiados monumentos deteriorándose que necesitan
actuaciones casi inmediatas, por lo que el Consejo Supremo
de Antigüedades Egipcias ha decidido, durante unos años,
conceder permisos para nuevas excavaciones únicamente en el
Delta y en lo desiertos.
EN ESPERA DE NUEVAS GENERACIONES:
¿QUÉ VESTIGIOS DE TAN ESPLENDOROSA CIVILIZACIÓN QUEDAN
OCULTOS BAJO LAS ARENAS?
Ya en 1912, Theodore M. Davis hace la siguiente anotación en
uno de sus libros: “Me temo que el Valle de los Reyes está
agotado”. Quizá sí para hallar más tumbas con la riqueza del
ajuar funerario de Tutanjamon, pero no para que nos depare
nuevas sorpresas.
Dos
ejemplos de descubrimientos recientes en esta zona de la
antigua Tebas nos enseñan que, hasta en los lugares
arqueológicos más estudiados y turisticamente visitados,
todavía pueden aparecer vestigios del pasado ante nuestros
ojos. El primero fue KV 63. Lo que en un primer momento se
consideró que podía ser una nueva tumba real, era en
realidad un depósito de los materiales utilizados en los
rituales funerarios y en la momificación de un importante y
desconocido personaje, que se puede datar en la Dinastía
XVIII. Aunque las tinajas halladas y los ataúdes no
contenían restos humanos en su interior, no había momias que
sacar en los documentales, sí que proporcionaban interesante
información para la Egiptología. Unos de los objetos más
curiosos hallado en este depósito fueron unos cojines, como
los representados en las sillas de algunas tumbas de los
nobles tebanas (como la de Roy – TT 255), o en el fresco de
las princesas de Amarna, hoy en el Ashmolean Museum de
Oxford.
El segundo ejemplo fue la noticia que dio Nicholas Reeves el pasado año 2006, sobre la existencia de otra anomalía detectada en el subsuelo pegado casi a la entrada de la Tumba de Tutanjamon (KV 62), y frente a KV 63. Si la primera anomalía dio como resultado el descubrimiento del depósito antes mencionado, ¿podría esta nueva ser considerarse como KV 64?, ¿será una tumba real, un nuevo depósito o simplemente una cavidad natural?. Habrá que esperar a que futuras excavaciones confirmen los datos proporcionados por el georadar.
El Valle de los Reyes es un ejemplo minúsculo si lo comparamos con otras zonas de Egipto. Se suele decir que al menos un 70% de las antigüedades están todavía por salir a la luz.
Desde Saqqara Sur, pasando por los desiertos y oasis occidentales, el Delta o el propio Cairo, nos encontramos con extensiones inmensas cubiertas de arena, edificaciones modernas y campos de cultivo que pueden estar guardando, las claves para completar parte de la historia perdida de Egipto. Es precisamente lo que ha ocurrido en Qantir, o en Matariya, un barrio nada turístico de El Cairo a pesar de poseer los únicos y escasos restos visitables del gran centro religioso que fue la antigua Iunu, en donde hace apenas año y medio se descubrió un templo de grandes proporciones mandado construir por Ramses II.
Países como Egipto, o España, en los que se han establecido numerosas civilizaciones y pueblos, y que han formado parte de las grades rutas comerciales, lo que ha originado un patrimonio que comprende desde la más remota prehistoria hasta la actualidad, seguirán mostrándonos esos vestigios de la Historia de la Humanidad, de su propia historia, incluso si nos resistiésemos a ello.